Galería de Arte Bodega Castro
El requerimiento inicial se presentó como un lugar para tomar mezcal mientras se admira una colección personal. De esta manera, se propuso un espacio que funciona como extensión de la casa en la que la exposición personal y los espacios de reunión apelan a la intimidad y a la profundidad en la interacción. De esta manera, se planteo un diseño que buscaba rescatar, la historia, los materiales, los discursos y las interacciones, en este esfuerzo de recuperar y profundizar sobre el discurso, el arte y las individualidades, se plantea la sorpresa como un elemento de diseño fundamental. Sorpresa en la aproximación desde el exterior, en la lectura del interior y en el planteamiento del programa, sorpresa en la ejecución y en el planteamiento mismo se materializan de múltiples maneras, desde accesos angostos que comunican los espacios y que permiten en cierta manera ver, pero no del todo, lo que sucede en la habitación contigua.
El programa cuenta con un espacio de cocina / laboratorio, en donde se genera una convivencia al cocinar, pero que también se convierte en la mesa de un taller. Un espacio de comedor, donde se sientan los individuos, sus relatos y sus aspiraciones; los alimentos y el arte a la mesa. Se generó una secuencia de marcos de madera reciclada que dan escala e intimidad al espacio, permitiendo que el arte y la conversación sean los protagonistas sin distracciones. Un elemento de piedra, funge como vestíbulo al jardín que anteriormente era el patio de maniobras, así como al segundo piso; esta pieza se presenta como un elemento de transición entre el afuera y el adentro, como un objeto que busca cargar el peso de las narrativas que ahí se exhiben y que, a su vez, se siente inacabado, haciendo referencia a las posibilidades del lugar, a la colección dinámica y la incompletud de los discursos que la bodega alberga. Se plantean dos espacios de exhibición para una colección privada, de igual manera, un espacio de biblioteca, funciona como un lugar de consulta y resguardo para la intimidad y la cercanía entre las personas y los discursos que posibilitan las piezas. En esta estética de lo inacabado, se generaron aberturas, y adaptaciones que buscan presentarse sinceras, como se trabajaron en el proceso de obra, buscando que, de esta manera, se lea en el espacio la transformación de la bodega a lugar de compilación de arte y de vivencias. El área de jardín, busca ser un espacio verde y vibrante en la inmensidad de la construcción, que se cierra al exterior de la calle pero que se abre a la inmensidad de las nubes.

